lunes, 14 de marzo de 2011

NINÓN DE LENCLOS

El siglo XVIII, se debate entre relaciones internacionales complejas, retorcidas y guerras de protestantes y católicos en aras a ostentar el título de país más influyente de Europa. Las colonias se explotan intensamente y los productos se consumen en todo el mundo. La sociedad, por tanto, se divide en dos estamentos: aquellos de recursos precarios que viven en condiciones paupérrimas y dependientes totalmente del segundo grupo, propietarios de tierras que cultivan los primeros. Su vida transcurre en la ociosidad, la opulencia y el desarrollo de las artes. Se les denomina, “Los libertinos” de costumbres relajadas y practican la libertad de pensamiento.
Ninón, parisina de nacimiento, se imbuyó de esas ideas que penetraron clandestinamente en Francia durante los reinados de Luis XIII y Luis XIV. Su erudición exquisita le otorgó tal fama que cuesta dilucidar entre la veracidad de sus hazañas y la leyenda.

Se le atribuyeron múltiples amantes por su condición de cortesana, pero lo cierto es que para ella, no era la concupiscencia la que dominaba su existencia sino los lazos que se fraguan en el cultivo de la amistad. Las relaciones sexuales, la pasión son efímeras, ¿por qué no prolongar el éxtasis?, la plenitud sólo se logra a través del ingenio, de la inteligencia. La cultura vastísima nos vuelve ocurrentes, amenos y con grandes dosis de sentido del humor. Por todo ello fue la mujer más solicitada de su época, y las tertulias en los salones de su casa  de las más concurridas.

Rechazó siempre el matrimonio porque pensaba que era una de las razones que empequeñecían a la mujer, la trastornaban, la convertían en una muñeca frívola sometida a la arbitrariedad de los deseos masculinos. La herencia que cobró al fallecer su padre le permitió disponer de la suficiente solvencia para como muy bien expresaba ella “desarrollar mi faceta masculina”. Se comportaba con la misma ligereza del hombre que nada teme perder.


DEDICADO CON CARIÑO A  ROSA, por regalarnos a mamá y a mí, cientos de veladas ocurrentes.



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