lunes, 19 de septiembre de 2011

MARY LEAKEY


Mary Douglas Nicol Leakey (1913-1996) nació, amó y vivió como arqueóloga, es inconcebible aproximarse a la biografía de esta científica, sin obviar que la prospección de su vida se diluye en la prospección de campo. Fue una niña precoz, sus juegos no consistían en la mera imitación de la conducta del adulto, necesitaba descubrir cuáles eran los engranajes que articulaban la historia de la humanidad. Su espíritu inquieto la abocaba indefectiblemente hacia la experimentación, no se conformaba con las lecciones fundamentadas en dogmas absolutos aprendidas en su escuela de monjas londinense. Tan molesto le resultaba la falta de inquietudes académicas que se jactaba de ridiculizarlas con bromas que habían ocasionado la movilización de un gran número de ellas tras explosionar uno de los laboratorios de química como consecuencia de uno de sus experimentos. La expulsaron de varios colegios católicos aunque cabría preguntarse si por la obstinación de Mary para con el conocimiento, o por la de su madre empeñada en inculcar una educación convencional a una niña cuya amplitud de miras se proyectaba mucho más allá de la norma establecida.
Cercana a su casa, se encontraban algunas cuevas Prehistóricas, Mary en su afán expeditivo, se adentraba en ellas, armada con lápiz y papel, reproduciendo detalladamente todas las representaciones pictográficas que observaba, ese don artístico lo había heredado de su padre, Erskine Nicol, pintor de paisajes. Progresivamente fue confeccionando un manual ilustrado de las herramientas fabricadas por el hombre.
Admiraba a un antropólogo, especialista en el estudio de homínidos, cuyo campamento base se encontraba  ubicado  en la Garganta de Olduvai (Tanzania), el Dr. Louis Leakey, Mary decidida a conocerlo y sin ningún temor a no ser recibida, se presento ante él, no podemos saber lo que le comentó, o con que intensidad argumentó, pero si podemos afirmar que Louis abandonó a su esposa y se casó con Mary. Ambos se trasladaron al Yacimiento arqueológico, en donde Mary contribuyó con sus descubrimientos a entroncar al homo habilis con el homo sapiens, estableciendo un período de convivencia entre  las dos especies  que abarcaba dos millones de años. Su formación autodidacta en geología y la minuciosidad para sustraer vestigios cuyas dataciones esclarecieran las dudas en la cadena evolutiva la situaron ante un nuevo hallazgo; una pista de 89 metros de largo en donde quedaron marcadas las huellas del homo habilis, estas muestras ratificaron la teoría en cuanto el homo habilis se desplazaba de forma bípeda y contribuyeron a poderse descifrar las claves del estilo de vida durante el Pleistoceno.
El eje central de su vida lo conformaron la arqueología, su esposo, hijos y nietos, impartió conferencias en muchos y diversos países. Cuando decidió retirarse se trasladó a una colina desde donde divisaba la Garganta de Olduvai, su fuente de inspiración para seguir redactando artículos hasta el día de su fallecimiento a la edad de ochenta y tres años.
En una entrevista concedida hacia el final de sus últimos días de vida afirmó: “lo que he hecho en mi vida lo he hecho porque quería hacerlo y porque me interesaba”
DEDICADO A DOS ARQUEÓLOGAS Y UN HISTORIADOR DE VOCACIÓN Y/O CORAZÓN: VICENTA RAMIREZ MANZANO, CRISTINA ALAMAR Y MIGUEL BELTRÁN VIDAL

viernes, 9 de septiembre de 2011

VALERIA MESALINA

Valeria Mesalina fue una jovencita cuya arrebatadora belleza la definía como diosa de la concupiscencia, de tez blanca, labios carnosos encendidos a fuego incandescente,  cuerpo menudo esculpido a  cinceladas voluptuosas. Descarada y recatada, ladina e inteligente, ambiciosa y envolvente, amante insaciable, perversa y retorcida aunque liberada sexualmente.
A los dieciséis años se convirtió en la tercera esposa del emperador Tiberio Claudio, por aquel entonces tío del emperador Calígula, cuyo sarcástico humor,  la incitó a tal unión por la diferencia de edad entre ambos, Claudio tenía cincuenta años. Ninguno de ellos  sabía  cuánto le excitaba el poder a Mesalina, y no aquel que nace de la necesidad de dominio sino el que lo controla absolutamente todo con despiadado ingenio.
El ascenso al poder de su esposo, la otorgó una posición de privilegio para desarrollar sus eficaces dotes como asesina, sólo comparables a los sibilinos y sofisticados métodos utilizados por la abuela de Claudio, Livia. Se apareaba incombustiblemente, con infinidad de amantes, pero el juego de la seducción era un acto que se prolongaba en el tiempo, debían mostrarse reacios e incluso apáticos para poder desplegar todas sus armas atrayentes, ese control la excitaba sobremanera , cuando cedían a sus deseos, les despojaba de todo aquello cuanto amaban, el clímax sólo lo conseguía si les robaba su bien más preciado, la vida. Mientras tanto, su amado esposo sólo veía en su mirada a una cándida y abnegada esposa.
Uno de los episodios más escandalosos o ardientes de la historia universal lo protagonizó Valeria Mesalina, su cabecita que no paraba de maquinar complejos rituales sexuales arguyó el modo de celebrar unas Olimpiadas, cuya modalidad estrella fuese, el apareamiento de fondo, es decir, copular incesantemente con el mayor número de hombres durante el mayor número de horas, para ello, recurrió a las prostitutas más afamadas del Imperio, las derrotó a todas ellas, dejándolas exhaustas durante semanas, una de ellas de dilatada experiencia comentó: -jamás conocí a insaciable semejante, ni mujer ni hombre-
Lo paradójico fue, la fe ciega de su marido, que siempre negó los rumores, incluso cuando se le presentaron las pruebas de que había cometido bigamia con uno de sus cónsules. Uno de los criados de Claudio, harto de los excesos de la caprichosa Mesalina, emborrachó al emperador para que firmara su sentencia de muerte. Sí, Valeria Mesalina a la que todo vaticinaba que fallecería entre gemidos y aullidos, sucumbió por obra y gracia del vino.
DEDICADO AL DR. MANEL RIU RIU, PROFESOR DE HISTORIA MEDIEVAL UNIVERSAL DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA (UB) Me he tomado la licencia de terminar mi artículo tal y como usted hubiera finalizado una de sus clases, con un comentario irónico.

miércoles, 6 de julio de 2011

VIVIEN LEIGH

Vivian Mary Hartley, actriz británica, de bellísima consonancia armónica, rasgos delicados, su mirada de ojos verdes era un deleite para todos los que la conocieron y un transmisor de sensaciones para la pantalla aunque lo cierto es que delataban su bipolaridad, su tendencia maníaco-depresiva y sus delirios paranoides. El atrayente magnetismo que produce la locura en los profanos en materia psiquiátrica era su arma inconsciente de seducción.
De niña recibió una rígida y estricta educación en un internado católico escocés, su mamá así lo decidió para inculcarle una disciplina que arraigo fuertemente en su carácter. Pulcra in extremis, ordenada y muy autosuficiente eran otros rasgos que evidenciaban su patología y que hallaron en el internado un medio favorecedor para potenciar esas características.
Una compañera de internado, que posteriormente también fue actriz, Maureen O’Sullivan, protagonista de la saga de Tarzán, y mamá de otra actriz, Mia Farrow, la recordaba como una niña excepcionalmente dotada para el teatro y con una apabullante y sospechosa seguridad en sí misma. En una ocasión se les preguntó, a qué se dedicarían cuando fueron adultas, en esa edad es frecuente en la comunicación verbal utilizar  el modo condicional y/o el subjuntivo porque los rasgos de la personalidad se van configurando paulatinamente, sin embargo, la niña Vivian, clavó su mirada en la maestra y en sus compañeras y contundentemente afirmó:-Seré actriz-.
En sus delirios infantiles, se enamoró de su actor favorito, Leslie Howard,encarnó a Ashley Wilkes en la película: “Lo que el viento se llevó”, lo que la condujo inexorablemente a casarse con un señor de un parecido físico al actor escalofriante. Obviamente nunca lo amó profundamente tan sólo materializó su fantasía pueril.
Una vez, colmados, sus deseos de maternidad, se sumergió en el mundo del teatro por completo, y fue desarrollando sus incuestionables capacidades artísticas en donde entró en escena el que fue el gran e idealizado amor de su vida, en este caso el adjetivo idealizado adquiere una relevancia inusual, no como consecuencia directa del enamoramiento sino como síntoma de su desequilibrio mental, Lawrence Olivier. El actor era muy atractivo, muy inteligente, reflexivo, asertivo, ecuánime y con las dosis de pasión artísticas niveladas equilibradamente para encauzarlas hacia la interpretación. Vivian, por el contrario, aparentemente sensata, envolvió con su atractivo imán al que siempre actuó con lucidez. La pasión desbocó los sentidos de Lawrence. Vivian era una insaciable amante, que lo agotó física y psicológicamente, era imposible apaciguarla, calmarla en ninguna de las facetas de su vida, tal fue el grado de desesperación del actor que para poder concentrarse en su trabajo debía distraerla con todos los actores noveles que entraban a formar parte de su compañía. Le desafiaba, le cuestionaba su carácter obligándole a posicionarse al límite de su buen juicio, como si fuera él el que padeciese una disfunción conductual, porque evidentemente Vivian jamás reconoció su enfermedad eran los demás los que adolecían de locura. Con los años, la abandonó porque de lo contrario hubiera sucumbido al mismo desequilibrio mental que padecía Vivian.
Como artista es imposible aunar una cantidad de adjetivos que se adecúen a su inconmensurable calidad artística, su extraordinaria puesta en escena, la magistral cadencia de voz, la arrebatadora coquetería, la seductora y elegante sensualidad con la que gesticulaba.
Vivian, además era una anfitriona elocuente, los ágapes que organizaba eran apreciados por todos sus amigos, no sólo por su denotado buen gusto sino por su brillante discurso y por la ironía latente en sus conversaciones.
La tuberculosis le arrebató al mundo una artista pero devolvió la cordura a Vivian, o la paz de espíritu, tras una de sus célebres reuniones se retiró de “la escena” con solemnidad pasmosa, con elegancia sutil y postrada en su cama, le dedicó sus últimas palabras o lo que es lo mismo sus pensamientos a sir Lawrence Olivier, nombrándolo incesantemente. Quizás aquellas palabras que declamó, su Blanche Dubois, de “Un tranvía llamado deseo” cobraron, en aquel último suspiro de vida, más importancia que nunca:-“Flores para los muertos”- porque su alma siempre se debatió agónica entre la vida y la muerte.
 DEDICADO A MI TÍO, PABLO BOBILLO GUERRERO






domingo, 26 de junio de 2011

MAFALDA DE SABOYA

Su biografía nos narra la historia de una mujer de aspecto frágil pero de una fortaleza interna infinita rodeada de hombres de aspecto férreo pero de carácter débil y destructor por su obvia carencia de ingenio empático.
Premonitorio su fin en el Campo de Concentración de Buchenwald el 28 de Agosto de 1944, podemos afirmar que sí, cuando, desde su nacimiento, la envolvían mentecatos sin la más mínima coherencia política cuya finalidad era alimentar su ambición medrando en el escalafón ascendente de los órganos de poder que condenaron a Europa, al triste y vergonzoso episodio de la historia universal denominado La Segunda Guerra Mundial.
Mafalda, era hija de Víctor Manuel III de Saboya, un ridículo hombrecillo que vió en Mussolini, otro demagogo genocida, histriónico y con una gran opinión de sí mismo y de sus cualidades diplomáticas que devastaron Italia;  al protector de la Familia Real. No se les puede negar a ambos sujetos que no adolecieran de puerilidad aguda al confundir la realidad con sus juegos infantiles de soldaditos de plomo. Ese, “rey” y su mente lúcida no sé si al unísono o por separado, acordaron el matrimonio de Mafalda con el incongruente Felipe Hesse-Kassel, príncipe alemán y sobrino del ex Káiser Guillermo II de Alemania. Las contradicciones ideológicas caracterizaban a Felipe, se afilió a las SA Nazi con la pretensión de trasladar el modelo fascista alemán a Italia y paradójicamente ayudo a muchos judíos holandeses a escapar del asedio Nazi.
Mafalda manifestó pública y abiertamente su rechazo a la ideología fascista lo que provocó la cólera y la ira de Hitler convirtiendo la captura de la princesa en un asunto personal. Su marido, Felipe tampoco escapó de la venganza a pesar de comulgar con las ideas de Hitler y de su amistad con Göering, fue recluido en el campo de concentración de Flossenburg. Sus tres hijos fueron refugiados del Vaticano.
Bajo tretas deleznables, Mafalda fue conducida a Munich con el pretexto de reunirla con su esposo, en lugar de ello, la detuvieron en calidad de rehén y la trasladaron  al campo de concentración.
El 24 de Agosto de 1944 los aliados bombardearon el campo y Mafalda, muy deteriorada por las penurias y las carestías de alimentos, sufrió el impacto de metralla en su brazo izquierdo. Tardaron veinte y cuatro horas en operarla hasta recibir el permiso de Berlín. Se le denegó el suministro de antibióticos y se le dejó desangrarse en una habitación del burdel de las SS. Tenía 42 años. A la familia se le comunicó su fallecimiento una vez finalizada la guerra en 1945.
Actualmente la única figura respetada de la Dinastía de los Saboya por el imaginario colectivo italiano es Mafalda, a la cual se la honra con la emisión de un sello postal.

DEDICADO A MAMÁ CON AFECTO

domingo, 19 de junio de 2011

AUGUSTA ADA BYRON

Augusta Ada Byron, lady Lovelace, nacida un 10 de diciembre de 1815, fue la primera programadora de la historia de la informática, hija del gran poeta británico Lord Byron, jamás llegó a conocerlo, su mamá, Annabela, obtuvo la custodia de la pequeña, argumentando que había sido víctima de adulterio y de incesto con su hermanastra Augusta.
La vida disoluta de lord Byron, preocupaba someramente a Annabela, y al advertir la elevadísima capacidad intelectual de su hija Ada, direccionó su formación intelectual hacia la ciencia pensando que tales disciplinas impedirían que desarrollara la misma pasión desbordante que caracterizó la azarosa vida de su ex – esposo. Su formación restó a cargo, de una tutora, Mary Somerville, ayudante del astrónomo, Simone Laplace y del matemático, Augustus de Morgan, cuyos trabajos científicos establecieron las bases de “la lógica”. Estos profesores y su mamá no pudieron evitar que la imaginación desbordante de Ada, no la aproximará a la poesía que ella traducía en fórmulas autodidactas geométricas, excelentemente estructuradas.
En 1835, se casó con William King, conde de Lovelace, con el que tuvo tres hijos, aunque ambos acontecimientos responden a la obligatoriedad de cumplir con la norma social contemporánea, su único afán fue contribuir al estudio de la ciencia.
Ada, quería ser la poetisa de la ciencia como así manifestó en múltiples ocasiones y su encuentro con Charles Babbage lo fomentó y materializó. Este reputado científico inventó una máquina de diferencias. A partir de ese momento le ayudó a redactar sus teorías, 1835, centrándose única y exclusivamente en este invento, abandonando a su familia por este motivo. Ada fue más allá de las hipótesis de Babbage, éste se centró únicamente en la capacidad de dichas máquinas para calcular, Ada vaticinó que éstas podrían ser multifuncionales y mencionó que tendrían las utilidades que actualmente conocemos como propias de las computadoras, mediante un lenguaje codificado. A la misma podría introducírsele información a través de unas tarjetas perforadas e instrucciones para su uso. Estas tarjetas, condensan la información en el 0 o estado neutro, mientras que para Babbage el código de almacenamiento se basaría en el sistema decimal. Obviamente y a pesar de no llegar a fabricar dicha máquina, Ada nos describe las características del ordenador.
Su obsesión por el estudio de la máquina, la llevó a enfermar y drogarse para soportar los terribles dolores que la azotaban. Falleció a los treinta siete años sola y aislada del mundo que la rodeaba.
Actualmente, su legado se prolonga en el programa DoD (Department of Defense) de los Estados Unidos.

DEDICADO A FERNANDO BOBILLO

domingo, 12 de junio de 2011

ISABEL II , REINA DE ESPAÑA

Ascendió a los 14 años, al poder, hacia 1834, probablemente fue una de las monarcas más ridiculizadas de la historia de España, seguramente por sus rasgos borbónicos que le proporcionaban un aspecto muy vulgar y zafio.
Su carácter era débil y voluble, primero,  la manipuló hábilmente su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y posteriormente un círculo reducido de arribistas sedientos de ambiciones personales. El pueblo la denominaba; “la frescachona moza” por su abierta promiscuidad y por su talante ordinario y soez. Desafortunadamente la casaron con un primo, homosexual, Francisco de Asís, por motivos políticos. Se exageró el número de amantes que la satisfacían pero, es que su imprudencia la llevó a aceptar de manos del Papa, la Rosa de Oro, como símbolo de su moralidad, así que el pueblo conocedor de sus andanzas, por los barrios de Madrid, mantón en mano, ardiente y lozana, de posada en posada, le dedicaron más de una sátira.
Como ferviente religiosa se dejó aconsejar por ambiciosos miembros del clero, que presumían de místicos y en realidad anhelaban afincarse en el poder, como sor Patrocinio, cuyo nombre, hace gala de cuanto le gustaba promocionarse.
Este tipo de conductas son bastante descriptivas en cuanto a la mediocridad política por la cual se decantaba,  su carácter descontrolado, poco templado, la llevaban a nombrar y a deponer ministros como si fueran parte del mobiliario del Palacio Real. El caos que reportaba el trasiego de ministros, repercutía directamente sobre las leyes constitucionales. Tal era su necedad que reportó hasta diez cambios, por constitución, por texto, continuas modificaciones en la ley electoral, en la organización y estructuración de la administración local y provincial. En definitiva, la reina era un lince, digna sucesora de su papá, Fernando VII,  esa otra figura política, de la historia de España, cuyos méritos, se reducían a la práctica de la calceta, no es de subestimar teniendo en cuenta el dominio que se requiere de las matemáticas mientras se cuenta el número de puntos.
Cuando siento que no soy eficaz, que he fallado en agudeza, que carezco del don de la inocuidad, cuando creo que he perdido la cordura, cuando la estupidez supina me domina, no debo más que contemplar durante unos segundos algunos de los retratos de Goya, que plasmó sobre la familia Real para comprender que estas características son una futilidad comparada a la concentración de cretinismo que en ellos observo.



domingo, 5 de junio de 2011

MATA HARI

Margaretha Geertruida Zelle, holandesa de nacimiento, fue la niña mimada de su papá, excesivamente protector, suplió la ausencia de su esposa fallecida, con  cariño complaciente.  La belleza la caracterizó desde su infancia, recibiendo desde jovencita innumerables ofertas de matrimonio, aunque a ella le excitaba y cautivaba los uniformes militares por eso se decantó por un oficial, mucho mayor, que la trasladó a Java en donde tomó contacto con la cultura en la que se fraguaría el imaginario de sus mentiras y las leyendas sobre su procedencia. Tras fallecer su hijo se inclinó por una vida disoluta, la búsqueda del placer a través de técnicas sofisticadas orientales, con las que alcanzó el éxtasis, la alejaban de la desolación claustrofóbica de su desgarradora pena.
Se separó de su esposo, y se instaló en París, fue en esta ciudad, en donde inventó un pasado sobre sus orígenes orientales, las penurias económicas activaron su ingenio y aunó esfuerzos por elaborarse una biografía plagada de elementos exóticos que incrementaron su aureola de magnetismo. Se inventó un nombre que conjuntaba con su mirada felina e hipnótica; Mata Hari (Ojos del amanecer), danzaba envuelta en delicadas tules y sedas orientales, el cimbreo exuberante de sus caderas enloquecía a los militares de alto rango y a los políticos más influyentes, deseaban a aquella mujer que bailaba despojándose de alguna prenda pero que nunca mostraba del todo su cuerpo desnudo, para gozarlo debían pagar de seiscientos a mil francos, una cortesana sofisticada despertaba la lujuria más por lo que escondía que por lo que enseñaba, el erotismo residía en el misterio que paradójicamente era irreal aunque procedía de los delirios de prestigio y reconocimiento social que anheló desde la niñez.
Las relaciones con personajes influyentes, acrecentaron su sed de protagonismo, la víctima de sus falacias, se erigió como mensajera de información en una época, la Primera Guerra Mundial, en que participar de esos juegos te convertían en el blanco de cualquier traición o en el chivo expiatorio de los servicios secretos cuando lo único que le importaba era enaltecer su prestigio social. Mantenía contactos con los oficiales de los ejércitos franceses y alemanes, sexo, pero nunca se demostró que fuera confidente de sus secretos pero los temores de cuanto hablaron si la condenaron.
Mata Hari considerada paradigma del espionaje es todo lo opuesto a la concepción del mismo. Todo el mundo la deseó pero nadie abogó por su salvación cuando la fusilaron, la abandonaron a su suerte.
El mundo de fantasía que trasladó a la realidad fue lo que la condujo a la muerte. La que dibujo su historia de vida, la que la mantuvo prisionera de sus mentiras. El hedonismo, la ahogó, la miseria humana superficial e intrascendente la condenó sin conmiseración. Tan sólo la leyenda resarce al personaje, ya que, la dimensión de la persona quedará para siempre diluida en el imaginario colectivo.

DEDICADO A DIEGO CB