domingo, 20 de marzo de 2011

LUCIEN AUBRAC

La ocupación Nazi de Francia en 1940 desencadenó un movimiento  organizado y estructurado por donde se canalizaban actos de sabotaje y medios de propaganda con la finalidad de desestabilizar, desacreditar y desarmar al gobierno colaboracionista de Vichy y al unísono facilitar a los aliados la reducción del Tercer Reich.
Una de las principales activistas fue Lucien Aubrac, antes de la guerra se licenció en geografía e historia por la universidad de la Sorbona de París.
Su patriotismo y el conocimiento de los regímenes autoritarios que dominaban Europa le impidieron, a ella y su marido escapar del asedio nazi. De formación feminista marxista siempre se posicionó entorno a la pariedad laboral y de sexos.
El coraje que la caracterizaba le permitió salvar la vida de su esposo, con gran valentía se presentó en la Gestapo de Lyon y ante el mismísimo Klaus Barbie(el carnicero) le exigió visitar a su marido, ambos planificaron su plan de huida junto a otros catorce detenidos. Fue la principal impulsora de todas las fugas de la Francia Meridional, inclusive cuando se recrudeció la persecución a partir de 1944 y a pesar de su embarazo
Creó una red de resistencia de mujeres denominada “buenas mujeres”, en ellas participaban funcionarias del Estado que eran conocedoras de todos aquellos documentos que habían sido quemados, de donde se podían sustraer falsas identidades. Las tenderas manipulaban las cartillas de racionamiento para poder dispensar el doble de alimentos a la población. Las enfermeras informaban del número de bajas y de enfermos alemanes.
Destaca su conciencia social y su lucha por los derechos humanos, no sólo contribuyó a salvar miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, sino que a pesar de los esfuerzos del presidente, Charles De Gaulle por incorporarla a su gobierno con cargos que se sustentarán en su condición de heroína, los rechazo, y se trasladó a Argelia para participar activamente en la lucha por los derechos fundamentales de las personas.
Desde el final de la guerra, no dejó de participar en movimientos en contra de la violencia femenina,  reclamaba el derecho a resarcir la dignidad de la mujer sometida a la voluntad masculina.
Siempre reivindicó, hasta el final de sus días, en el año 2004, la recuperación de la memoria histórica, como praxis para evitar que se desarrollaran  los totalitarismos y como ejemplo de coyunturas que degeneraron en los peores episodios que le tocó vivir a la Europa de la primera mitad del siglo XX.


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