Nefertari-Merienmut , “por la que brilla el sol”, Kemit (Egipto) te rinde homenaje a través del gran templo de Abu Simbel, hasta entonces, ninguna otra mujer había recibido tales honores, deificada en vida, elevada a la categoría del dios Hathor y todo ello porque fue la esposa respetada y amantísima del Faraón Ramsés II.
La belleza envolvente del Templo, esculpido en la roca te describe Nefertari, atractiva y férrea política pero con la delicada sutileza que requiere la diplomacia política.
El faraón podía gozar de las mujeres más bonitas del Imperio, pero fuiste tú, Nefertari, su esposa favorita. Ese narcisista, egocéntrico y y megalómano, faraón se postra ante ti, te concede títulos como a ninguna otra en la historia de Kemit, la veneración le cautiva, tu inteligencia le deslumbra, porque es la astucia lo que te lleva a lograr un tratado de paz con los hititas.
Las estatuas que nos saludan en Abu Simbel , con tu rostro, empequeñecen al gran Ramsés, acostumbrado al arte de la guerra,
Nefertari, recurre al diálogo, a la literatura de sus cartas para convencer a los que ansían colmar su sed de sangre de la cooperación mutua que se puede sustraer de la colaboración comercial, y ganan todos, enriqueces el imperio que jamás conoce una plenitud tan grande como cuando olvida su ambición imperialista.
Al atardecer, sigilosamente, nos acercamos pausadamente, al gran templo de Abu Simbel, el rostro, tu rostro, nos observa, muchos siglos después, y algunos privilegiados si son capaces de mantenerse impertérritos ante ti, pueden oír los gemidos que emiten tus esculturas, ¿serán gemidos?, que nos dan una complaciente bienvenida, ¿o será un cántico coral que nos cuenta tu historia? la de una mujer que ostentó grandes honores, que convirtió la seducción en el mejor aliado para disfrutar de la paz.