Mary Shelley, plasma en palabras, la historia de su vida, la narrativa gótica le permite contar con los recursos literarios que se adecuan a un mundo apasionado, lúgubre, desbocado, aterrador, inquietante, en lucha constante por la supervivencia, que no se ajusta a los parámetros del designio divino promulgado por el dogma cristiano.
La obra, se fundamenta en la formación filosófica que recibió desde niña, en las corrientes feministas y en el devenir histórico como instrumento maniqueo del destino.
El cuestionamiento moral que aborda sobre la esencia de la vida, desmiembra la estructura social cimentada en arquetipos masculinos que introducen el concepto” culpa femenina” en el imaginario colectivo.
El deseo en la mujer, se reprime, se contrae sólo puede verbalizarse a través de la voz masculina, o de la aberración contra natura del personaje.
Una sociedad igualitaria contaría con la capacidad de abnegación femenina no como gesto de sumisión conformada sino como recurso conciliador en la diferencia conductual.
Los rasgos de la personalidad femenina siempre resultan triunfadores en el final de sus novelas, retornan la paz al caos, no lo detienen pero lo reagrupan, lo reconducen hacia la serenidad del espíritu, lo rebajan en violencia, lo elevan en afectividad.
El “EGO” masculino que imbuye el romanticismo literario que anhela dogmas en nombre de certezas absolutas los destruye mediante un análisis racional que se adquiere mediante la educación.
La política influyó muchísimo en su obra, pero como trasfondo que conlleva la propia condición evolutiva del ser humano, no como método masculino para enriquecerse materialmente.
Shelley, no fue reconocida como autora en sí misma hasta el segundo tercio de la mitad del siglo XX, se asociaba a la vinculación de su marido como poeta, se cuestionaba la autoría de su obra, se cuestionaba su formación intelectual……porque la narrativa destruye el estereotipo masculino en el que se sostiene la civilización.
DEDICADO A ISAAC RÍOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario